Un destino hostelero singular para sentirse especial
Salirse de los servicios convencionales o de lo establecido, tener algo diferente a los demás hoteles, despertar nuestra imaginación, hacernos sentir especiales… Los establecimientos singulares deben apostar por el encanto de lo exclusivo, presentando propuestas que permitan soñar al huésped.
Se entiende por establecimiento singular aquel que por sus características, arquitectura, interiorismo, entorno o servicio es único y diferente, alejándose de la estandarización. Debe crear un mundo propio que comparte con sus huéspedes, con personalidad propia, a la vez que refleja los valores de la zona en que se ubica. Tiene que tener una visión diferente, no sigue las modas ni es una copia de otros e, incluso, puede ser una oferta hotelera atrevida.
Otro hecho diferencial es que en muchas ocasiones acostumbran a ser hoteles familiares, donde el negocio es atendido directamente por los miembros de una familia, donde la tradición hostelera ha pasado de padres a hijos.
El entorno de los establecimientos y destinos singulares
Los establecimientos singulares han conseguido dar valor y recuperar centenares de edificios abandonados en todo el mundo. Rehabilitándose, de manera que se respete la arquitectura original de la zona. Viejos caserones, bodegas, conventos, cortijos, masías, molinos, castillos, palacios y otros edificios emblemáticos que han sido elegidos y acondicionados para convertirse en extraordinarios alojamientos.
Hay muchos tipos de establecimientos singulares, desde hoteles rurales en parajes de ensueño a hoteles boutique en el centro de la ciudad, pasando por otros alojamientos ubicados cerca de las mejores playas. Mientras que el alojamiento rural basa su diferenciación en la ubicación, en el acercamiento al entorno de nuestros pueblos y a la historia del edificio; el hotel boutique lo hace en los servicios y pequeños detalles añadidos y; el de playa, ofrece paisajes naturales en climas agradables como uno de sus principales atractivos.
En cuanto a los periodos más demandados, también se establecerán diferencias dependiendo de dónde esté ubicado el hotel, pero generalmente, destacan la primavera y el otoño, estaciones medias de clima estable donde se puede explotar al máximo la buena climatología.
El huésped
Aquellos viajeros que se hospedan en un hotel singular con encanto quieren vivir de una forma distinta su estancia en el destino. Podría decirse que no existe un perfil único, ya que cada establecimiento tiene una singularidad diferente que atraerá a unos clientes determinados.
No será el mismo huésped el que se aloja en un establecimiento, por ejemplo, dedicado al enoturismo que uno que lo hace en la playa o en un hotel boutique de ciudad. Sin embargo, los clientes que eligen estas opciones tienen una característica común y es que son personas que están más sensibilizadas con el entorno y buscan una experiencia fuera de lo común más que un hotel para hospedarse. Este perfil de huésped tiene otras inquietudes, otras necesidades, desean espacios auténticos, con personalidad y con un trato individualizado.
Las actividades
Este tipo de establecimientos singulares acostumbran a organizar actividades, desde una cata de vinos, un taller de cocina, una visita a los museos de la zona… De esta manera, la estancia se convierte en una auténtica experiencia con encanto donde la gastronomía y la historia se funden ofreciendo una experiencia única.
También abundan las solicitudes en los hoteles rurales de actividades que impliquen contacto con la naturaleza, como senderismo, trecking… A veces simplemente una copa de vino y un buen libro es más que suficiente en este tipo de escapadas.
En los hoteles boutiques el huésped busca una experiencia gastronómica, rooftops con vistas o coctelerías chic son lo más demandado. Buena música y un ambiente con un interiorismo cuidado. Mientras que en los alojamientos de playa, se ofrecerán excursiones personalizadas, como salidas en barco a una cala cercana, actividades acuáticas con un valor medioambiental…
Los retos de la singularidad
Este tipo de oferta turística es en su mayoría independiente, perteneciente a familias que lo han gestionado durante diversas generaciones, aunque muchos establecimientos se agrupan en distintos tipos de asociaciones o gestoras tanto a nivel nacional como internacional. Al ser hoteles en su mayor parte familiares y/o de pequeña dimensión tienen que enfrentarse a grandes retos.
Un reto importante es que se debe conseguir un alto nivel de calidad en la oferta y de servicio en un lugar aislado, sin ningún servicio municipal, de reparto de mercancía. Otro reto es fidelizar una plantilla estable y bien formada, con dominio de idiomas.
Aunque uno de los retos más grande es el de la rentabilidad. Al ser hoteles pequeños con unos gastos fijos iguales a los de un hotel grande, es difícil que en muchos casos sean rentables. Por ello, es necesario tener un equipo de personas motivadas y multifuncionales para que todo marche bien. La clave está en hacer más con menos. Los costes de mantenimiento también son altos y no siempre se pueden repercutir en el precio final ya que peligraría la llegada de huéspedes.
También nos encontramos con el problema de la comercialización y hacer llegar todo lo que el establecimiento ofrece a un cliente que cada vez recibe más impactos visuales a través de Internet, de las redes sociales…de la competencia.